Desarrollo Personal

11 de febrero de 2018

En muchas ocasiones escucho gente que dice “le estoy echando muuuchas ganas y poniendo de todo mi esfuerzo para que las cosas salgan bien en la pareja”. También escucho que a veces las parejas se comparan con otras parejas, y como seres humanos, hasta es lógico querer compararnos con otros… “pero si yo si tengo trabajo… “, “pero yo si sé como cocinar y además me encanta…”, o hasta “pues mis papas no se meten… no como con fulanito”. Pero una relación de pareja no se trata de qué tanto esfuerzo le pones. Esto te puede llevar a niveles de frustración y de desilusión si las cosas no salen como quieres, a pesar de tooooda la galleta que le echaste… Ese no es el punto.

En una pareja no se trata de esfuerzo. Se trata de abrirse a la posibilidad de que es un honor y un privilegio hacerlo por el otro. Se trata de definir metas en conjunto que aporten al cariño, al amor, a la salud y a la alegría de la relación y que solo por eso, ya es un gozo. Y también se trata de permitirte fluir. Es confiar en que así está bien y de saber que entre más forces las cosas, menos probabilidades hay de que realmente fluyan y funcionen.

Por eso no sirve de nada comparar, porque es ponerte en un lugar de escasez, de que quizás no eres capaz de crear tú lo propio. Comparar te pone en tu pasado y no en el presente. Comparar te lleva a enfocarte en lo que no hay versus lo que sí hay. Y en promedio, la gente que termina una relación infeliz, es capaz de generar una relación mucho más alegre y funcional en un período máximo de tres años: esto porque sueltan, dejan de comparar, fluyen y confían. Así que no te desesperes, mejor flojito y cooperando…